29 de mayo de 2010

Espuma

Todo lo que sube como espuma, como la espuma misma baja. Y ni el mar puede —por eso no lo intenta ya— contrarrestarlo.
Lo que sube como la espuma, pues, y termina siendo sólo más agua en la marea.

18 de mayo de 2010

Metáfora

Dices que si tú "fueras una metáfora, fueras el Sol".
Eres una metáfora; eres el Sol.

17 de mayo de 2010

Bolsa basura

Una bolsa para basura que se convierte, con el paso del tiempo, en basura. Resulta que, al extenderla, me doy cuenta de que tiene un enorme hoyo en el fondo, y, así, la bolsa termina siendo parte de lo que fue diseñada para eliminar.
Y mientras reflexiono esto, pienso:
Si yo fuera una metáfora, fuera el cielo.

16 de mayo de 2010

La derrota

El gol cayó a falta de tres minutos para que el partido terminara. Cuando todas las expectativas, los deseos y las ilusiones se depositan en un único evento con 90 minutos de duración, en un único evento que, con el paso del tiempo, se va transformando en un instante, en un único evento que, a falta de tres minutos, se convierte ya en otro, los resultados pueden ser desalentadores.
Y es así como se entiende que el significado de una victoria anticipada que se transforma, a falta de tres minutos, en empate, no puede ser otro que el amargo sabor de la derrota.

10 de mayo de 2010

Hipomanía

Pude. Sin poder parar, pude. Pero ya hace mucho de eso.
Y si es el cerebro de adentro o el de afuera, no sé; pero ocurre en algún lugar.
Confianza, creatividad y energía. Y, así, como llegan, toda la energía, toda la creatividad y toda la confianza, se van. Algo dejan, sin embargo. Si es el cerebro de afuera o el de adentro; no sé. Algo dejan en los dos, sin embargo; toda la creatividad, y la confianza. Y la energía.
Y ahora —porque es justo ahora— que ni enérgico ni creativo ni confiado lo recuerdo, me gustaría volverlo a leer. Porque es así como podría ser el cerebro de afuera, leyéndolo. Y entonces —no ahora, después de leerlo— qué enérgico, qué creativo. Aparte, qué confianza.
¿Sirvió? Dicen —ellos, los que sí saben, los que sí estudian, los del cerebro de afuera— que sí, que un poco. Digo yo, que alguna vez tuve el cerebro adentro del cráneo y que lo intenté sacar (por eso me acuerdo) que sí, que sirvió tanto que quiero más.
Habría que empezar con confianza.

(click!)

3 de mayo de 2010

Mundial de futbol

Mi amor por el futbol nació cuando tenía siete años con siete meses, en el mundial de Estados Unidos '94.
Desde entonces, mi vida es regida por un ciclo primario que se repite cada cuatro años: el mundial de futbol. Así, a los siete viví con tristeza la eliminación en octavos ante Bulgaria, en una medrosa tanda de penales. Después, a los once, presencié entre lágrimas la eliminación de unas de las mejores selecciones que yo recuerde, el mundial fue Francia '98; el verdugo fue alemania, con un 2 - 1 anotado cerca del final mediante un contundente cabezazo de Bierhof.
Más adelante, en tercero de secundaria, viví —más bien como zombie— el mundial de Corea - Japón del 2002. Todos los partidos fueron de madrugada pero, así y todo, recuerdo con dolor la derrota ante Estados Unidos, también en los octavos. Por último, ya en la Universidad, vi con ilusión el mundial de Alemania '06. México no mostró mucho, salvo en el juego de octavos ante Argentina, en donde, de cualquier forma, quedó eliminado en tiempo extra con un marcador de 2 - 1.
Ahora, cuatro años después, espero con la misma alegría que dé inicio la copa del mundo. ¿Qué sentiré ahora cuando México juegue los octavos? Quizás lo mismo. Lo importante es que, como el ciclo se renueva, no tengo memoria suficiente para evitar sentirme ilusionado.

28 de abril de 2010

Luna

Decían hace mucho que fue porque un conejo se impactó directamente sobre su superficie. No sé cuántas culturas, hace miles de años, especularon lo mismo. Y no erraron.
Por eso el día que la luna, cansada, nos dio la espalda, fue un impacto paulatino y certero sobre nuestras expectativas. De lo que un pleno círculo, luminoso, podría significar.
Nos dio la espalda, pero no nos negó, y no se negó; siguió presente, siguió alumbrando. Se volteó, pero no dejó de mostrarnos la cara, su otra cara; quizás su otra intención.
Inédita, al final, la luna sólo quería decir que es "mucho más que una mancha de conejo"; desafortunadamente duró tan poco que, para cuando todos, juntos, voltearon, ella también se había volteado. Sí, el conejo se había escondido para que alguien lo siguiera, pero ya estaba de regreso.
Aunque la verdad es que nadie la vio girar. Fue sólo que el conejo sacaba la lengua. Especulé sobre el cansancio de moverse, aunque fuera alrededor de uno mismo.
¿De dónde más podía venir el brillo? ¿Del Sol?

9 de abril de 2010

Amigos

Triste al ver que muchas de mis palabras ya no tienen eco. No puedo estar seguro de que así fuera, pero recuerdo que sonaban más de una vez.
Y no necesito irme a un monte perdido, a un desierto inhóspito o a una cabaña alejada de la civilización —recetas adecuadas, todas, de acuerdo con lo que he escuchado, para desvincularse de la sociedad— para estar solo. Me gusta, es lo que pasa, disfruto esta soledad parcial que se deshace con cada persona nueva que desconozco, que se reinventa cada que me despido de alguien conocido.

3 de abril de 2010

Días de exceso

Los días comenzaron, como era de esperarse, a perder la medida.
El descenso —dicen— tenía, tiene, tendrá forma de espiral. Yo no vi forma alguna; sólo veía, veo, veré la informe figura del caos.
Pero hay que tocar fondo —digo— para tomar fuerza y volver a subir.

28 de marzo de 2010

Antes de que te vayas

Antes de que te vayas quiero decirte, aunque ya lo sepas, que te quiero. Antes de que te vayas quiero decirte que me cuesta trabajo, pero que sé que estarás en un mejor lugar. Antes de que te vayas quiero agradecerte por todo lo que me diste y me seguirás dando: tu cariño, tu sabiduría disfrazada de ingenuidad, tu eterno apoyo.
A últimas fechas, creo que he dejado de ser una persona de muchas palabras, pero de cualquier manera quiero aprovechar para despedirme. Son pocas las cosas que atesoraré tanto en eso que nos conforma como seres humanos —los recuerdos— como tu sonrisa y tu gran humor.
Todos, en fin, difícilmente sólo yo, te recordaremos por eso que siempre le diste al mundo: alegría.
De Tom para la Agüela.

17 de marzo de 2010

A medias

Y entonces quizás lo deje. El vaso está justo a la mitad; por azar, seguramente, pero ahí está, así está, y casi siento que me mira.
Un trago más y seré cómplice de una actitud negativa —el vaso medio vacío (ya más vacío que eso)—, un trago menos y podría haber sido cómplice de una actitud positiva —el vaso medio lleno (entonces más lleno que esto, entonces menos vacío)—.
Pero las circunstancias ahora me orillan a reflexionar mientras el vaso medio a la mitad me mira y me pregunta qué haré a continuación. ¿Qué actitud he de tomar? ¿He de tomar? Al reflexionar sobre el pasado siempre queda la boca llena de "hubieras"; al hacerlo sobre el futuro, llena de "podrías". Mientras el vaso me mira, sé que si hubiera tomado podría decir cualquier cosa; pero no, no digo nada.
Otro trago, ya en el pasado, me dice que el futuro sólo me puede deparar un vaso vacío. Todavía puedo decidir si eso quiere decir algo o si sólo estoy ya (medio) borracho.




Observar (pero con los ojos cerrados)

Me parece que es la tendencia natural de los seres humanos a desconfiar de lo que dicen los demás. Algunos son demasiado crédulos, cómo negarlo; pero la mayoría duda. Y qué bueno, que duden; pero si dudar de manera habitual lleva a la ociosa práctica de negar antes de conocer, entonces mejor que sean crédulos, yo digo.
Es bastante simple, lo que vi mientras cerraba los ojos (o lo que me pregunté mientras lo veía). ¿Por qué dudar de la capacidad de imaginar? Pues porque nadie puede ver la imaginación de nadie. Pero todos pueden ver la propia. Creemos ciegamente en lo que podemos observar porque los demás también lo observan, pero, sobre todo, creemos ciegamente porque los demás dicen que también lo observan. Así, ojos abiertos o cerrados, podemos todos ver la imaginación, el pensamiento o las emociones no expresadas, mientras seamos capaces de decirlo, aunque no todos nos vean diciéndolo, aunque algunos sólo nos escuchen, aunque algunos sólo nos lean.