24 de septiembre de 2025

Love Bombing

te puedo escribir cien cartas, Daniela.

con esta, la primera, rompo el hielo

y hago explícito lo no dicho

(el meta texto, sobreentendido

me declara un cínico

mientras yo te declaro libertad)

 

mientras tanto

el contexto real es tu risa

tatuada en mi cabeza

con colores

explosivos

más allá del bien y el mal

 

¿te puedo hacer love bombing?

el que avisa, no traiciona

yo no traiciono

y te aviso que me interesas

no solo en el plano imaginario:

me interesas también en lo real

 

real, tipo, Real Madrid

onda futbol profesional

como la admiración por tu persona

como la mentira que juega con la verdad

 

desde el contacto que reta en público

desde la risa compartida

(que disimula casualidad)

desde hacer jueguitos de palabras

y escribir cosas preparadas

que te obliguen a improvisar

 

y es que el fuego

con que hoy juego

lo encuentro

en tu contacto (contextual)

 

¿me dejas cortejarte?

¿tirarte el perro?

¿explicarte por qué me gustas?

¿averiguar si yo te podría gustar?

 

jugar con fuego

adrenalina

con la pura lengua

oxitocina 

(obvio me refiero a la conducta verbal)

 

mientras me escapo de tu friendzone

entre risa y risa

(de que jijiji, de que jajaja)

hasta llegar al momento

donde la mentira crece

y crece tanto

que se convierte en realidad

 

que ya no exista forma

ni tampoco ganas

de decir que no

de tener que callarme

de dejar en visto

el mensajito matinal

 

recordar estrategias pasadas

volverme alguien que

por una parte, exista

por otra, te importe

y te guste un chingo, como parte final

 

seguirla riendo y cotorreando

conectar risa y silencio 

conectar la friendzone con amar

(y que así, si un día estamos juntos, nadie tenga que escapar)

 

de que intensidad así, sin parámetros

(con respeto siempre, obvio)

y con cien carcajadas que nos dejen ver(nos)

entendernos

y acercarnos

más allá de la rigidez

de nuestro obstáculo inicial

8 de septiembre de 2025

Sisma

Accidentalmente, me provoqué otro micro sisma en el corazón

Tenía el propósito de provocarlo accidentalmente, de modo que no sé ya cómo definiría accidente.

Sisma cósmico de eventualidad propositiva. Así fue el accidente: lleno de falsas expectativas poéticas.

Queriendo marcar la transición de un sistema de vida caduco a uno en construcción. Y yo, siempre (pero también nunca más) perdido en la transición. 

Y es que hace muchísimo tiempo que no encuentro eventos ni palabras para hacer una crónica. Entre ahogado, perdido y guarecido en un mundo donde no hay mucho qué contar.

Así, en tu nombre, que no escribí, encontré otros iguales, que ya había escrito muchas veces.

Y en tu cara, la fotografía que no cabría nunca más en el sueño. Punzó mi deseo y lo destruyó para permitirme aterrizar en la realidad donde (qué bueno) nunca exististe.

Volé alto, pero esta vez no toqué el sol. Ucronía del mito del minotauro, llegué sin papá a tierra segura con mi propia cera.

Y mis alas consolidaron un nuevo vuelo llamado Honor. 

Como quien va en el aire prometiéndose no caer, no caí.

En toda la gravedad que cabe en 48 horas, como hace mucho (como hace nunca) caía, ya no caí.

Último sisma y poesía legendaria de logros inequívocos; cerrando todas las cajas de pandora, también encontré vida. No en la tuya, que desconocí desde el inicio: en la mía, que empiezo a conocer.