3 de mayo de 2011

Veneno

Has pasado tanto tiempo en la oscuridad que ya no recuerdas el calor de la luz. Y prometiste que ya no consumirías más ese veneno que hace tu sangre hervir, pero que tanto necesitas.
Querías anticipar todos los movimientos de los astros a tu alrededor. Tanto así que decidiste dejar de anticipar —o acaso planear— los propios. Caminabas sin un rumbo para darte cuenta de que estabas a punto de salir. Pero no te preguntaste ni siquiera en dónde te habías metido. Necesitabas calor. Abusrdo: necesitabas calor y te fuiste a la sombra. Y ahora que quieres o necesitas salir te preguntas si dolerá. Nada duele como la sombra, como su mágico veneno. Anticipa ahora tus propios pasos en vez de querer anticipar los de los demás o los de lo que está afuera. Camina lento pero sin titubeos hacia la luz. Justo cuando te acostumbres a su cándida presencia, regresa entonces al lugar que ni quema ni deja de iluminar. Que el odio a la mediocridad es lo más parecido que existe al amor por la sabiduría.

2 de mayo de 2011

A ti

Porque te escogí a ti. Y había otro millón o más de personas, pero decidí que fueras tú. En medio de un mar cuyas olas no paraban de reventar en las piedras, sentí tu dolor y lo quise acompañar con el mío. Entonces nos vimos a los ojos y descubrimos que también el amor se podía compartir.
Te vi, lejos, caminando, y pensé en alcanzarte. Creo que lo hice, pero tú y tu rápido caminar; seguirte el paso pronto se convirtió en una tarea por demás cansada, sobre todo para alguien tan acostumbrado a moverse lentamente, sin demasiada prisa.
Te vi para que me vieras, para que me oyeras, para que sintieras que podía ser alguien para ti. Así te vi. Y tú apenas te molestaste en voltear y decirme que no era para tanto. ¿Era para algo?
Corro ahora, me muevo lo más rápido que puedo para volver a tocarte.