26 de octubre de 2011

No sería artista

Cursaba la preparatoria cuando me di cuenta de que no sería artista. El trabajo era simple, y eso fue lo que más trabajo me costó. Porque el arte es una forma simple de decir algo complicado, yo yo tan acostumbrado a decir de la manera más complicada las cosas más simples. Recorrer una línea dando vueltas erráticas para llegar mareado al final.
No me di cuenta en el momento de la exposición del trabajo, pues en ese momento me imaginé que lo que había hecho rebasaba los límites de la creatividad, y en realidad rebasaba los límites de la sensatez y el buen gusto. Porque no sabía que el arte tenía sensatez y buen gusto; no sabía que el arte tenía límites.
Lo recuerdo con claridad porque para una de las secciones de mi video, "la vida sobre una rueda" (la premisa era excelente, pero la ejecución fue demasiado ambiciosa), utilicé la misma canción que un compañero utilizó para una animación excelente.
Y mi "cortometraje" duraba 30 minutos. Todos mis compañeros se sentían incómodos porque antes de que iniciara mi obra de arte les dije que no se podían reír —algo me imaginaba—. No cabe duda que la risa es la liberación de una tensión interna, porque cuando entró al salón otra compañera que no había escuchado mi advertencia y comenzó a burlarse abiertamente de mi trabajo, el resto del salón se dio el permiso de carcajearse junto con ella.
Pero no me di cuenta en ese momento, me doy cuenta ahora. Porque quise ser artista de esa y de muchas otras maneras y nunca, por más que lo intenté, pude comprender la esencia del arte. Comprendo ahora, en términos simples, que la esencia del arte no se puede comprender, pero se puede sentir. Ocurre que yo ya no siento nada.