17 de junio de 2012

Baile

De aquí para allá. Moverse sólo lo necesario.
¿Qué hay en el espacio que sustituye los libros que no tienes? Hay belleza disfrazada de azar; un baile romántico, rítmico y cadencioso: perfecto en su imperfección. Algo nuevo que todavía temo conocer. Hay palabras que no hemos leído; palabras que, tal vez, no se han escrito todavía.
Primero ver de lejos para averiguar si sería posible entenderte y que me entendieras; acercarme. Después observar de cerca para atestiguar la posibilidad de evitarlo; seguir. Seguirte entonces con la mirada y con las manos para confirmar que nos habíamos entendido; tocarte.
No pasó mucho antes de que pudiera voltear hacia el estante en el que, supuse, encontraría una historia diferente, letras que permitieran encontrar un rumbo nuevo. Fue precisamente en su ausencia en donde encontré la respuesta. Me di cuenta de que esta vez el rumbo no estaba trazado: tendríamos que dibujarlo con las manos en el aire, al tiempo que las piernas se movieran siguiendo el ritmo de otra canción.
"Dibuja algo, lo que quieras", me dijiste en el aire. Podía ser un cuadrado, o un círculo, o cualquier cosa, pero pensaba sólo en mis piernas y en el contacto con las tuyas. Así dibujé una idea que todavía no sé cómo —ni si— he de tocar.
Ahora, una vez más, dormimos juntos por primera vez. Ahora, todavía, despertamos y nos vemos tímidamente a la cara. Esa es la historia que, hábilmente, hemos ido escribiendo. Es el espacio que llena lo que en los libros no encontré.
Es mover un pie y luego el otro, pero sin perder de vista las manos. Es bailar.

4 de junio de 2012

Arroz frito

¿Será raro que me sienta tan satisfecho de atreverme a hacer algo nuevo, aunque se trate de cocinar un montón de arroz?
Definitivamente, se siente distinto. No sólo hacer arroz frito; hacer cualquier cosa que permita navegar las aguas de la incertidumbre. Paso a paso, ingrediente a ingrediente, sabor a sabor. Es porque al final siempre hay que probar después. Y, aunque haya disfrutado el proceso mucho más que el resultado (no quedó tan bueno), veo el contenedor lleno de arroz lleno de horas llenas de entusiasmo.
Salí un lunes lluvioso para comprar en el súper todo lo que un video cualquiera me pidió que consiguiera. Entendí, a cada corte y a cada bocado, que la vida se trata de imitar el proceso de preparar, por primera vez, un arroz frito. Se trata de jugar con los ingredientes y mover la llama hasta que las cosas se puedan comer.
Qué más da si queda perfecto o no, si preparas tres quilos en vez de una porción individual. A fin de cuentas, la idea es preparar con las manos lo que te quieres llevar a la boca.