22 de febrero de 2023

Magia, trigésima sexta parte

Te quiero contagiar de magia y regresar a las oraciones largas y a los párrafos de más de una línea. 

Hace exactamente (más o menos) veinte años, me senté en una banca verde y le puse al destino un pedal misterioso. Ella, tímida también en su atrevimiento, pisó. Era un día de reyes que me traería el único regalo que he estimado más que cualquier videojuego: la realidad de sentirse aceptado.

Entonces, tras mucho recorrido en el mismo terreno de juego, puedo decir que las huellas han dejado marcado el sendero que apunta a recorrerlo de nuevo.

¿Qué cambio traen las décadas que uno sigue siendo capaz de ver las cosas desde el interior del mismo patrón de apego con un tercer ojo viéndolo todo desde afuera? ¿Con un cuarto ojo viendo a los otros tres? ¿Con un quinto que carga el nombre del futuro?

Me confunde la flecha del tiempo. Atrás, adelante o, simplemente, aquí y ahora.

La derrota de los años, como un severo contraste con la victoria de los días, dice que es aquí y que es ahora: ¿en dónde te platico, Sofía?

Me arriesgo a escribir tu nombre en un momento que no está escrito.

Escucho la advertencia de la historia y, esta vez, solo me preparo para no saber qué sigue.

10 de febrero de 2023

Sintonía disímil

te vi venir, Tebi

como conejillo de indias

mal traducido

casi le pego así a tu apellido

hyphenado pa que suene más acá

 

bien-pinche-intenso

desde Michoacán

andaba ya bien inspirado

año dosmil y algo (ochenta y seis, en realidad)

pues hasta de los amigos del pasado

pudimos encontrar tema común

 

como aquél mamador

yo quería mamar

con la lengua

abrir alguna compuerta

ser la clave de algún círculo-futuro-anterior

 

pero mi lengua y tu lengua

no se encontraron

hablaron de algo no nombrado

del disgusto de un solo taco

de ojo, de trompa, de dos

 

empecé por la oreja

chiquita y bien pegada

también, obvio, agujerada

así como manda dios

 

¿crees?

¿todo o nada?

¿coincidencia?

ya después de treinta y tantos, todo es ciencia

y la magia queda relegada

al recuerdo de los dos mils

 

en una botella de vodka quebrada

en la vergüenza de ser quienes somos

de desear lo que deseamos

desde el nivel rodillil hasta el álmico

pasando por lo pragmático

y (casi) llegando

de mis cosquillas a tu fin

 

me regalaste este poema

si puedo llamarle de alguna manera

inspirado en el silencio

de lo que Arjona nunca enunció

 

te lo regalo de regreso

hazle espacio en tus oídos

del círculo conversacional al infinito mal dibujado

déjame abrir con la clave de lo disfrutado

y cerrar con la imperfección en que te-bi.