23 de agosto de 2010

Interacción con una gata

Ya desde niño me lo preguntaba a menudo. ¿Cómo sería para ella, desde su vida gática, desde su perspectiva felina, la interacción conmigo? Porque interactuamos desde hace mucho tiempo ya, y aún me lo pregunto.
Dormida sobre mi silla, abarcándola toda con su enorme —sensata— pequeñez. Duerme. Quiero sentarme a trabajar en la computadora, Gata, pienso, y no me molesto en moverla a otro lugar: la cargo. Pero tampoco me molesté en despertarla —gesto descortés— y por eso intenta morderme. Pero, dormida y todo, no pasa un segundo antes de que me reconozca: lo evita.
Sentado ya, sobre la silla que abarco con mi diminuta —sensata— presencia, reflexiono sobre cómo lo habrá visto ella, dormida ya sobre la cama.

16 de agosto de 2010

Navegando

Aguas claras y aguas oscuras, pero navegando.
Y seguí el viaje, pues no podría haber parado, imposible.
Navegar y conocer lo desconocido. Y navegar más y desconocer más, también.
Y el mundo, que es grande (qué digo grande, infinitamente explorable, pues el tamaño de las cosas es una mera cuestión de persepectiva) tampoco deja de rodar.
Así navegar y conocer otros mundos dentro de éste, y afuera también.
¿Sería también mundo el de afuera?
Para contestar fue necesario seguir navegando.

11 de agosto de 2010

Metrobús

Viajar en metrobús, además de ahorrar tiempo y evitar el tráfico, tiene varias ventajas desconocidas. Así, casi sin pedirlo, entró un niño futbolista —tal vez siete años— y su padre —más de cuarenta—. Hablaba: de futbol, de televisión, de casi cualquier cosa. El padre escuchaba: impaciente. Pero la energía de un niño para hablar (cuando la tiene) es inagotable.
Le pidió: Papá, deletrea Wal-Mart (pasábamos cerca de uno). El papá lo hizo: Doble u, a, ele, eme, a, erre, te. Pasó un rato, y luego pasamos cerca de ese edificio: A ver, papá, deletrea Secretaría de Seguridad Pública. El papá, que ya desde antes mostraba desgano, sólo dijo que no.
Pero las energías no se acaban cuando hay algo de que hablar, y en ocasiones lo olvidamos. Algunos niños no lo hacen: Bueno, una más corta, dijo al final.

3 de agosto de 2010

Sobre la cornisa

Inevitable aunque lo preví
Camino otra vez sobre la cornisa
Y este cambio repentino que no avisa
¿También te habrá dejado algo de mí?

Hace un par de años yo creí
Que tu sonrisa no era mía
Y ahora, sin saberlo todavía
Ya no quiero hacerte sonreír

Una y otra vez sobre la cornisa
Y si me caigo, y si suaviza
Mi caída tu mirada de la que huí
Sería casualidad, sería por ser, tú dí

Inevitable: no tendría que ser así
Ni el miedo, cuando mi pie no pisa
Cuando subo y camino en la cornisa
Y todo por intentar olvidarme de ti