te puedo escribir cien cartas, Daniela.
con esta, la primera, rompo el hielo
y hago explícito lo no dicho
(el meta texto, sobreentendido
me declara un cínico
mientras yo te declaro libertad)
mientras tanto
el contexto real es tu risa
tatuada en mi cabeza
con colores
explosivos
más allá del bien y el mal
¿te puedo hacer love bombing?
el que avisa, no traiciona
yo no traiciono
y te aviso que me interesas
no solo en el plano imaginario:
me interesas también en lo real
real, tipo, Real Madrid
onda futbol profesional
como la admiración por tu persona
como la mentira que juega con la verdad
desde el contacto que reta en público
desde la risa compartida
(que disimula casualidad)
desde hacer jueguitos de palabras
y escribir cosas preparadas
que te obliguen a improvisar
y es que el fuego
con que hoy juego
lo encuentro
en tu contacto (contextual)
¿me dejas cortejarte?
¿tirarte el perro?
¿explicarte por qué me gustas?
¿averiguar si yo te podría gustar?
jugar con fuego
adrenalina
con la pura lengua
oxitocina
(obvio me refiero a la conducta verbal)
mientras me escapo de tu friendzone
entre risa y risa
(de que jijiji, de que jajaja)
hasta llegar al momento
donde la mentira crece
y crece tanto
que se convierte en realidad
que ya no exista forma
ni tampoco ganas
de decir que no
de tener que callarme
de dejar en visto
el mensajito matinal
recordar estrategias pasadas
volverme alguien que
por una parte, exista
por otra, te importe
y te guste un chingo, como parte final
seguirla riendo y cotorreando
conectar risa y silencio
conectar la friendzone con amar
(y que así, si un día estamos juntos, nadie tenga que escapar)
de que intensidad así, sin parámetros
(con respeto siempre, obvio)
y con cien carcajadas que nos dejen ver(nos)
entendernos
y acercarnos
más allá de la rigidez
de nuestro obstáculo inicial
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