30 de diciembre de 2009

La luz que me imaginé

Pensaba en por qué debería escribir en ese momento, mientras me iluminaba una luz que me imaginé (me imagino). La luz que imagino nunca me ilumina, es verdad, pero es que es ésa la tarea de la imaginación. Nunca es verdad.
Detuve entonces el reloj —no pararía de caminar— y encendí la luz. Todavía estaba allí, todavía me miraba a los ojos.
"¿Te pasa algo?", pregunta. Imagino que sí, pero no digo nada:

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