No estoy vacío, pero igual no siento nada. Casi nada —casi—. Nada, al final —nada—. "Pero si el ello soy yo, doctor", le diría; no soy psicoanalista, pero eso le diría. Ello, lejano, distante, probablemente ajeno; inherentemente mío, intrínsecamente yo, esencialmente yo. Era yo, el ello era yo: extraño —y lo extraño—.
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