27 de julio de 2010

¡Eureka!

¡Eureka!, gritó Arquímedes, antes de saberlo, pero lo sabía.
¿Cómo, me pregunto, siempre me he preguntado, pudo gritarlo antes de saberlo? ¡Eureka!
Una idea no puede ser ni grande ni pequeña ni buena ni mala antes de abandonar la cabeza de quien la genera. Así lo veo, no puede. Es sólo una idea, nada más. Pero Arquímedes dijo eureka antes de salir y antes de sacarla (dicen que lo hizo desnudo). ¿Cómo supo?
Cuántas veces no lo he gritado, confiado; cuántas no he sacado; cuántas no desnudo.
Son quienes saben "eurequizar" la cabeza de los demás con una sola idea genuina los verdaderos genios. La pregunta es de qué depende. No sólo se trata de la gran idea (que antes de salir es sólo una idea, sin adjetivos), se trata, también, de aprender a venderla.
¡Lo he encontrado! aunque sea sólo personal, aunque mañana, al no escuchar ningún eco, se apague. Pero, por lo pronto, mientras me hace brillar desde adentro, ¡Eureka!

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