29 de enero de 2011

Esencia

A menudo lo olvido, o lo olvidamos, quizás. Hablo de la esencia.
No es ganar, como tantas veces se ha malentendido. Pero tampoco es sólo participar, disfrutar del juego por el honor de haber podido formar parte de él. Su esencia es mucho más simple: la esencia del juego es jugar.
Regresar, durante noventa minutos, a la niñez. Olvidar prejuicios. Reventar en emociones. Perseguir o atrapar un balón. Involucrarse tanto dentro del rectángulo verde que sea posible olvidar el tiempo y estar, simplemente, ahí. Borrar todo lo demás y saborear lo que significa la vida entonces.
La esencia no es ni ganar ni perder ni divertirse ni enojarse. La esencia del juego es aligerar todo peso y dejar que el balón, caprichoso, ruede.
Entonces, sin pensar demasiado, acaso sin siquiera reparar en ello, entonces sí, de manera aleatoria, casi automática, entonces sí, inconscientemente, sonreír.

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