16 de enero de 2011

Marihuana

Te dejaré, como un olvido en mis recuerdos, guardados en una caja metálica de color azul opaco. Te dejaré salir de vez en cuando a disfrutar de esta inexplicable —inequívoca— solución solitaria. Te dejaré adornos y memorias de lo que hiciste conmigo, de lo que no pude hacer contigo. Te dejaré.
En un silencio estridente, te dejaré. En una oscuridad brillante, te dejaré. En un regreso cíclico, te dejaré. En un espacio pequeño, en un cuarto, en un baño, te dejaré.
En el campo, en la cabaña, en lo que dices cuando callas y en lo que escucho cuando te apagas, te dejaré.
Te dejaré temporalmente, pues para siempre ya te había prometido. Te dejaré para siempre, al menos temporalmente. Te miraré, y a tu recuerdo; te olfatearé, y a tu esencia; te tocaré, y a tus semillas, y a los brotes.
Desde afuera, desde adentro y desde en medio, encerrado, te dejaré.

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