22 de febrero de 2023

Magia, trigésima sexta parte

Te quiero contagiar de magia y regresar a las oraciones largas y a los párrafos de más de una línea. 

Hace exactamente (más o menos) veinte años, me senté en una banca verde y le puse al destino un pedal misterioso. Ella, tímida también en su atrevimiento, pisó. Era un día de reyes que me traería el único regalo que he estimado más que cualquier videojuego: la realidad de sentirse aceptado.

Entonces, tras mucho recorrido en el mismo terreno de juego, puedo decir que las huellas han dejado marcado el sendero que apunta a recorrerlo de nuevo.

¿Qué cambio traen las décadas que uno sigue siendo capaz de ver las cosas desde el interior del mismo patrón de apego con un tercer ojo viéndolo todo desde afuera? ¿Con un cuarto ojo viendo a los otros tres? ¿Con un quinto que carga el nombre del futuro?

Me confunde la flecha del tiempo. Atrás, adelante o, simplemente, aquí y ahora.

La derrota de los años, como un severo contraste con la victoria de los días, dice que es aquí y que es ahora: ¿en dónde te platico, Sofía?

Me arriesgo a escribir tu nombre en un momento que no está escrito.

Escucho la advertencia de la historia y, esta vez, solo me preparo para no saber qué sigue.

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